Cada día, decenas de usuarios del autobús del Puerto a Valencia viajamos así: amontonados en los pasillos y en las escaleras de acceso a los vehículos. Este hecho viene directamente motivado por una escasa y, a todas luces, insuficiente frecuencia de paso de los autobuses de nuestra localidad. Tan solo disponemos de un servicio cada hora, para un núcleo de población de 46.000 habitantes, gran parte de ellos estudiantes que, como yo, nos desplazamos todos los días lectivos a las distintas universidades de la capital valenciana. Los trayectos se convierten en una lotería: retrasos, impuntualidad, vehículos repletos hasta la bandera que obligan a viajar de pie en condiciones claras de inseguridad, precios desorbitados… Y es que esta es otra de las principales quejas que tenemos los viajeros porteños: el precio. Ir y volver a Valencia cuesta 6,50€ con billetes sencillos, y si optas por el bono mensual joven —la opción menos mala—, pagarás más de 67€ al mes. Y qué decir de las familias que tienen dos miembros en edad de estudiar, pudiéndose llegar a dejar unos 135€ cada mes únicamente en el transporte público de sus hijos.

  El pasado mes de marzo tuvimos la oportunidad de comentarle esta problemática en el pleno del ayuntamiento a la concejala de movilidad urbana, Roser Moliner. Le propusimos posibles soluciones para atajar estos problemas: aumentar sustancialmente la frecuencia de autobuses directos desde El Puerto para minimizar la saturación de los mismos, y crear una especie de fondo de ayudas municipales, como los que estipulan otros consistorios valencianos como Xirivella, para que la cantidad total que abonemos los estudiantes sea sustancialmente menor.

  Confiamos en que el Ayuntamiento tenga en cuenta estas medidas para solucionar los principales problemas del transporte público de nuestro pueblo, y dejemos de viajar amontonados dentro de autobuses tremendamente caros.

Mario Cereceda
@JóvenesPorteños