Desde 1927 en que la asociación vecinal Unión Porteña comenzó el movimiento segregacionista En el que denominó Puerto de Hierro, la obsesión de los diferentes gobiernos municipales que han pasado por el consistorio saguntino no ha sido otra que luchar contra este sentimiento e identidad porteñas. Y para ello no han dudado en intentar unir artificialmente lo separado espacial, histórica, cultural y socialmente, algo que cualquiera que nos visite comprobará con sus propios ojos.
Ya en aquella época se diseñó la fallida «ciudad lineal» que pretendía que el nuevo núcleo urbano nacido al calor de las industrias minero-siderúrgicas, creciera longitudinalmente por la carretera de Sagunto hasta unir físicamente con viviendas los 6 kilómetros que separan la playa de la montaña. Fruto de estas políticas ha sido el trazado este-oeste que ofrece El Puerto en sus calles y avenidas, en las que es muy fácil circular en este sentido por casi cualquier vía, pero muy complicado la comunicación norte-sur, ya que salvo por la relativamente reciente carretera de la diputación que va hacia Canet y los Valles (más bien una vía periférica) no existe ninguna avenida o calle que cruce totalmente el pueblo en este sentido; la avenida del Mediterráneo sería la única gran vía que en buena parte cumpliría este cometido, pero que como sabemos está pegada a la playa e íntegramente dentro del dominio de Costas.
Este inapropiado y dañino diseño urbanístico -el desarrollo urbano no se ha realizado aquí de forma concéntrica como en cualquier otro lugar sin barreras geográficas, sino longitudinal- trae como consecuencias no sólo una pésima circulación viaria, sino que el «alargamiento» urbanístico multiplica las distancias a recorrer por los ciudadanos porteños en sus quehaceres diarios. Algunos han justificado esto por la existencia al sur del complejo fabril que impedía crecer al pueblo hacia esta zona, cierto, pero aún es más evidente que el ayuntamiento de Sagunto nunca fomento o propicio el crecimiento hacia el norte, dónde habían y hay abundancia de terrenos hasta el río Palancia, en esa obsesión de hacernos crecer hacia el oeste.
Pero la cosa no acaba aquí, pues no pocos servicio públicos se han ubicado en tierra de nadie, en la incrédula intención de querer contentar a los dos pueblos. Y así los porteños, usuarios muy mayoritarios de los mismos, tenemos que desplazarnos fuera del casco urbano para ir al polideportivo, pabellón y la piscina municipales, a la policía local o a los institutos, con el gasto que ello supone en transporte, energía y tiempo, por no hablar de eficiencia medioambiental.
Pero no contentos con esta aberrante trama urbana, en pleno auge inmobiliario, el tripartito de «progreso» decidió alargar todavía más la longaniza porteña, al programar y urbanizar el llamado PAI «fusión» en un último y desesperado intento de frenar la segregación. Aquello que el urbanismo ha unido, que no lo separe nadie, parece ser la divisa que marcó este ayuntamiento, sin darse cuenta que los matrimonios de conveniencia suelen acabar en divorcios estridentes. Añadir que esta promoción la hicieron a costa de frenar sine die el lógico desarrollo del SUPN2-Este, zona recientemente urbanizada entre la 500 viviendas y la calle Alcalá Galiano, y que hoy día queda prácticamente en el centro de El Puerto.
Las consecuencias son bien visibles, miles de metros cuadrados de solares y aceras sembradas de farolas sin prácticamente viviendas, zonas urbanizadas con sus parques y arbolado callejero vacíos, pero con los servicios de limpieza, basura, alcantarillado y luz que hemos de pagar entre todos aunque no se utilice para nada.
Llegado a este punto de no retorno cabría preguntarse ¿quién arregla este desaguisado? O lo que es lo mismo ¿quién paga todo esto? ¿Lo pagará el ayuntamiento de Sagunto? ?¿Sus promotores políticos? Pues lo pagaremos usted y yo sin duda (sobretodo si vive en El Puerto), y las generaciones venideras durante muchos, muchos años.
Sergio Paz
Concejal de Iniciativa Porteña
