Políticos-alcaldes y Redes Sociales. Entre la comunicación y el desgaste – Juan A. Guillén (Concejal de IP)

  Las redes sociales han revolucionado la forma en que los políticos se comunican con los ciudadanos. Plataformas como Twitter, Facebook, Instagram y TikTok ofrecen un alcance masivo y una capacidad de interacción directa con los votantes que antes era impensable. Sin embargo, en algunos casos, esta interacción constante con las redes sociales puede convertirse en una obsesión. Los políticos pueden perder de vista sus objetivos y prioridades reales mientras se sumergen en la dinámica adictiva de la atención constante y la validación en línea. Y esta  obsesión puede tener varios efectos negativos:

Superficialidad y simplificación: Los mensajes en redes sociales suelen ser concisos y simplificados. Esto puede llevar a una comunicación política superficial, donde los temas complejos se reducen a titulares llamativos y respuestas rápidas.

Escaso Debate de Políticas: La obsesión por las redes sociales puede desplazar el debate sustantivo sobre temas importantes. Los políticos-alcaldes pueden concentrarse más en la retórica y menos en la formulación de políticas sólidas y debates de calidad democrática,  desplazando los debates del pleno municipal, máxima expresión de la ciudadanía, a redes sociales con el peligro que eso conlleva.

Polarización: Las redes sociales a menudo fomentan la polarización, ya que las opiniones extremas y polarizadas tienden a generar más interacción. Los políticos-alcaldes obsesionados pueden verse tentados a adoptar posturas más polarizadas para ganar seguidores y «me gusta».

Distracción de las Responsabilidades: La obsesión por las redes sociales puede distraer a los políticos-alcaldes de sus responsabilidades reales. En lugar de enfocarse en la toma de decisiones y la resolución de problemas, pueden pasar horas gestionando sus perfiles en línea, o emplear recursos humanos de la administración para que “lleven” sus redes sociales.

Desconexión de la realidad: La obsesión con las redes sociales puede llevar a una desconexión de la realidad. Los políticos-alcaldes pueden volverse más preocupados por su imagen en línea que por las necesidades reales de los ciudadanos.

  Nadie pone en duda que las  plataformas digitales son herramientas valiosas para llegar a los ciudadanos, pero los políticos-alcaldes deben tener cuidado de no caer en la trampa de la obsesión, que puede tener efectos negativos en la calidad del debate político y en su propia salud mental. En última instancia, el equilibrio entre la comunicación en línea y las responsabilidades políticas es esencial para mantener una democracia saludable y efectiva.

PD: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia, que conste 🙂

 

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