Ni contigo, ni sin ti: Así se titula una canción de amores y desamores que, tras la Sentencia del Tribunal Supremo anulando el acuerdo municipal de celebrar plenos en el Centro Cívico, bien puede servir para definir la situación de los ciudadanos porteños, ya que ni nos quieren, ni nos dejan marchar.
Si la tutela judicial efectiva protege, antes que nada, a las personas físicas titulares de derechos. Tendremos que reconocer que el Tribunal Supremo al admitir el método literal, incumple el principio de interpretación constitucional de las leyes, que impone la necesidad de no aplicar una interpretación formalista y hacerlo en el sentido más favorable al derecho. No obstante, aunque la sentencia ha sido adversa, el litigio que la precede, ha servido para evidenciar que el resquemor de cierto sector, sigue en ebullición.
Estoy seguro de que los abanderados del Bloc que presentaron el recurso contencioso, contra la celebración de plenos en El Puerto, eran conocedores de que en España hay bastantes municipios que celebran plenos fuera de la Casa Consistorial, incluido el de Madrid; sin que ello origine alarma social. No obstante, el fundamentalismo extremo del Bloc y su hábito de inmiscuirse en todo y no compartir convivencia con alguien que no se somete a su ideario: les ha impulsado a denunciar el caso, bien para alcanzar notoriedad o tal vez, para señalar donde están los ciudadanos con derechos y donde los habitantes con obligaciones.
En cualquier país civilizado, sería un escándalo nacional que, en el Siglo XXI, hubiera una población de 46.673 habitantes reivindicando sus derechos civiles y político, tras haber soportado, a lo largo de su historia, una discriminación sistemática por parte de los gobiernos municipales. Un claro ejemplo de discriminación, se produjo con el sistema electoral, ya que a los porteños nos incluyeron en el censo electoral de manera marginal y sin posibilidad de poder ganar unas elecciones. Privilegio que, por imperativo oficial, estaba destinado para los vecinos de Sagunto. De manera coloquial, se podría decir que nos abrieron una ventana y nos cerraron la Puerta. Si bien es cierto que al llegar la democracia se cambió el sistema electoral. También lo es que, salvo puntuales excepciones, la situación de “apartheid” municipal, continua manteniéndose. Tal vez, por la obcecación de los políticos por alcanzar los 75.000 habitantes que dan lugar al reconocimiento de gran ciudad. Y para ello, se hace necesario mantener la actual estructura ciudadana, o sea, una política amable para Sagunto y confiar que los porteños, sigan aguantando con serenidad y resignación el papel que nos ha tocado representar en esta historia local.
Cuando una relación llega al punto de que es imposible entenderse y se produce el desencuentro y la incomprensión, es que ha llegado el momento de que los políticos tomen decisiones para resolver la problemática existente, con honestidad y valentía. Y sin olvidar que son representantes del pueblo y que eso no les convierte en profetas, o dicho de otra manera, su misión es llevar la voz del pueblo a la cúpula política y no transmitir la voz de ésta al pueblo. Si ellos no lo hacen, nosotros tenemos la fuerza del sufragio para obligarles. Y, además, nuestra mas firme predisposición de perseverar en nuestra aspiración como ciudadanos, siguiendo la máxima de Martin Luther Kingt,: “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol” .
José María Piró Rodríguez