Economía y Segregación (Por Sergio Paz)

Uno de los argumentos más esgrimidos por los anti-segregacionistas, es que el acto administrativo de división municipal, desangraría económica, cultural e históricamente a Sagunto. Sin lugar a dudas, son argumentos faltos de raciocinio, ya que nadie entiende que  en dos poblaciones de más de 20.000 habitantes (y El Puerto duplica esta cifra) no puedan gestionarse de forma independiente, sus recursos económicos, socioculturales y su patrimonio histórico sin problemas, algo que para el buen entendedor, está fuera de toda lógica. Es más, cualquiera que viene de fuera se sorprende que un pueblo tan grande como El Puerto no tenga  su PROPIO Ayuntamiento, máxime cuando las diferencias entre ambas poblaciones son tan evidentes.

Sin embargo, tras lo arriba expuesto, si pensamos un poco (tanto a favor como en contra de la segregación) hay un punto de encuentro, al analizar la crisis permanente en que esta situación nos mantiene,  pues la sangría económica que supone mantener una sola municipalidad frente a la dualidad de las dos ciudades, repercute muy negativamente, tanto en Sagunto como en El Puerto.
La gestión del Ayuntamiento que padecemos, porteños y saguntinos, no puede ser más lamentable y sin el más mínimo atisbo de mejora, ni a corto ni a largo plazo, como bien sabe el actual alcalde y sus antecesores. Debemos ser el único municipio de España, en el que jamás un partido ha obtenido mayoría absoluta en unas elecciones, ni la obtendrá mientras estemos bajo un mismo paraguas administrativo. El conflicto segregacionista activo o latente desde hace casi 100 años, impide lo que en otros municipios es normal, y su no resolución definitiva, lastra la economía de todos sus ciudadanos.

Hasta la fecha, Sagunto y El Puerto han ido compartiendo piso sin querer darse cuenta de que tarde o temprano se encontrarían en el pasillo. Y ahora, cuando a la fuerza coinciden, se percatan de lo poco que tienen en común y no saben bien qué hacen juntos, pues han ido duplicando sus servicios domésticos cuando tan solo tienen en común, el contrato de alquiler; es como un matrimonio que no se quiere y que no le dejan divorciarse. Este desencuentro que desde hace mucho tiempo vivimos, es la consecuencia de razones históricas, políticas, sociales y económicas muy profundas.

Esta convivencia forzada, repercute de modo muy negativo en la economía local. Tenemos uno de los Ayuntamientos más caros y con peor prestación de servicios de España. A esto, se añade el tremendo desequilibrio administrativo concentrado en Sagunto, lejos de donde reside la mayoría de la población del municipio, El Puerto; el continuo subir y bajar de los gestores públicos provoca un incremento del gasto y un irremediable bajo rendimiento laboral y los que contraargumentan que esto se subsana con los avances tecnológicos o no conocen esta Administración o viven ajenos a la realidad, que no es otra que las colas de espera y días de espera (por supuesto que  en este caso de mayor duración en El Puerto) para la obtención de certificados, informes, registros, comunicaciones o la realización de cualquier gestión administrativa que conlleve llegar a Sagunto  para su ratificación, conformidad, y/o aprobación por parte de los técnicos o equipo de Gobierno.

Al mismo tiempo, es absolutamente falso que municipios más grandes, reciban más ayudas del Estado, pues estas ayudas suelen ser equitativas (a tantos euros por habitante) como el Plan E y el Plan Confianza. Tan solo en municipios muy pequeños -que no pueden afrontar inversiones con recursos propios- se rompe  la equidad, como ocurre en pueblos del interior de nuestra comarca. Asimismo, la  ficticia unión entre  Sagunto y El Puerto, no ha favorecido las inversiones de fuera, más bien al contrario, pues grandes proyectos han ido a buscar otros municipios más estables política y socialmente. De la misma manera que perjudica a los porteños el no disponer de servicio ferroviario de pasajeros (el Tren-Tranvía es una magnífica solución) como así disponen en cualquiera de las poblaciones de nuestra importancia.

«Aquello que el urbanismo una, que no lo separe nadie» fue el claro objetivo político para hacer desaparecer el segregacionismo; de ahí nació el desastroso Plan General de Ordenación Urbana de 1992 que posibilitó entre otras cosas, poder construir en la Gerencia o en el Malecón de Menera, que tanto dinero nos han costado y nos costarán o el fracasado proyecto Fusión con la lacra social y económica que acarrea: los escasos residentes de este inmenso solar no tardarán mucho en trasladarse a otro sitio más acogedor y al resto de contribuyentes nos tocará seguir pagando la luz, el agua, la jardinería y la limpieza de este disparate urbanístico. Tampoco  a nuestro puerto comercial (cuna y origen de El Puerto) le favorece la unión, ya que la ausencia de un Ayuntamiento Propio y con personalidad, ha propiciado la dependencia de la Autoridad Portuaria de Valencia, que deriva hacia aquí lo que en Valencia molesta. Por no hablar de la playa porteña, una de las mejores del litoral valenciano y que a punto ha estado de ser convertida en una cantera ante la indiferencia de Sagunto, siguiendo estancado su desarrollo, sin los servicios que la industria turística (la 1ª del país) reclama.
Mención aparte, merece el Patrimonio Histórico que languidece o que en el mejor de los casos no acaba nunca de ponerse en valor y servir de reclamo turístico; y eso ha ocurrido tanto en Sagunto, con sus milenarias ruinas como en El Puerto con nuestro maltratado Patrimonio Industrial (casi 30 años desde el cierre de Altos Hornos) ante el desconocimiento o la indiferencia en una localidad con la otra.

Y precisamente porque estamos en crisis económica, es el momento de hablar de segregación, es el momento de afrontar la profunda reforma que este municipio necesita, con un Ayuntamiento caduco y obsoleto, incapaz de satisfacer las necesidades que sus ciudadanos demandan.

Hay que tener presente que si se instalara el Ayuntamiento en El Puerto, es como si una gran empresa de más de 300 trabajadores se ubicara entre nosotros, reactivaría la vida de nuestra economía local y de que manera, con todos los beneficios económicos que ello acarrea y sin los perjuicios, a veces medioambientales, que estas instalaciones producen. Además no precisamos hacer nuevos edificios sino acabar de rehabilitar las antiguas oficinas de Altos Hornos, con lo que la inversión es mínima.
Nuestra economía no puede esperar más, la solución es sencilla y fácil, y no es otra que la segregación: dos ciudades dos ayuntamientos.

Sergio Paz Compañ (Concejal de Segregación Porteña) 
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Un comentario

  1. Me congratulan tus palabras.

    Se debe ser muy miope para no ver que con las nuevas leyes que nos van a imponen la situación actual no se puede mantener por más tiempo.

    El ayuntamiento de Sagunto es insostenible en la situación actual. Ellos los saben y nosotros también. O tenemos unos ayuntamientos eficaces en su gestión y servicio a sus ciudadanos, o los futuros consejales y alcaldes a partir del 2016 lo van a tener pero que muy jodido ( y personalmente me padece muy bien). El tiempo se termina y la cuenta atrás comienza.

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