La otra inauguración del Teatro de Begoña

El pasado 7 de octubre asistimos a la inauguración del Teatro de Begoña, un acto cargado de emotividad y sentimiento porteño, muy a pesar de Alfredo Castelló, que trató, como viene siendo habitual últimamente, de que todo lo que haga referencia a El Puerto pase como de puntillas para que nadie le estropee su preciada foto.

Y decimos esto porque oficialmente se dio muy poca difusión al histórico evento, que sin duda  merecía más atención. Las invitaciones de última hora y vía telefónica fueron la norma, no fuera que se molestase el siempre polémico Conseller de Educación, encargado de inaugurar el rehabilitado salón de actos. Como detalle, no tuvieron siquiera a bien invitar al anterior concejal de Educación, Jaime Goig, que tanto se involucró durante los trabajos de rehabilitación de este espacio. Por cierto, después de retrasar la inauguración durante varios meses por problemas de agenda del Conseller, éste vino tarde y se fue pronto (apenas estuvo 20 minutos de las aproximadamente dos horas que duró el acto), e hizo un discurso generalista, en clave electoral, remarcando el esfuerzo económico realizado por Conselleria, sin ninguna referencia a la historia del Teatro y del colegio que le vio nacer, y a lo que representa esta histórica sala. Y también, cómo no, hablando de Sagunto y mostrando muy poco aprecio por El Puerto y los porteños. Vergonzoso.

Pero lo que no saben muchos de los asistentes al acto es que, a pesar del tiempo transcurrido desde el fin de la obra, el centro de transformación —imprescindible para que pueda funcionar correctamente el recinto— no está funcionando y el Teatro sigue conectado a la «luz de obra», como evidencian los gruesos cables eléctricos que cruzan a media altura la fachada oeste del colegio, la que da entrada al mismo. Y qué decir sobre la accesibilidad al Teatro —aprobada en pleno municipal ya hace meses, a iniciativa de SP—, que brilla por su ausencia: el que no pueda subir escaleras ¡que se aguante! Eso sí, han creído oportuno ponernos dos rampas a ambos lados del escenario que saltan por encima del foso de la música, cortando la moldura, y no sabemos bien para qué, pues todos los que accedieron para realizar su actuación (D. Vicente Sanjosé, el antiguo Coro Begoñero, las Voces Blancas y la Banda de la Unión Musical Porteña) entraron a escena por las puertas laterales que comunican el patio de butacas con el escenario y que para eso se diseñaron. Tan sólo el mantenedor, el edil de Cultura, subía y bajaba por las rampas. Desde luego, este elemento rompe la estética del escenario y el Teatro, y esperamos que la concejalía de Cultura tenga a bien desmontarlas y respetar el proyecto original.

Por cierto, vaya protagonismo que dio el alcalde al señor Vayá y a la «espinita clavada» que se ha quitado con esta restauración. Como ponga tanto interés en quitarse otras espinas (Horno Alto, antiguas Oficinas de la Gerencia, Archivo Minero-Siderúrgico, Museo Industrial, etc.), podemos esperar sentados otros veinte años, que es lo que ha tardado el Teatro en ponerse de nuevo en marcha.

Confiemos, no obstante —y con las serias dudas que ofrecen los actuales gestores—, en que este Teatro vuelva a ser el gran contenedor de cultura que precisa El Puerto.

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3 comentarios

  1. Hablas del Colegio de Begoña del núcleo del Puerto de Sagunto?
    Que yo sepa la segregación no se ha concedido aún y el nombre de El Puerto de momento no existe ¿me equivoco?. Un saludo a tod@s del nucleo del Puerto de Sagunto

    1. Te equivocas de todas todas, El topónimo El Puerto es el más comunmente utilizado por los porteños y no solo por nosostros, también en el restos de pueblos de nuestro entorno, incluido Sagunto. También es muy empleado por los porteños el topónimo Puerto Sagunto, sin la preposición «de», que indica pertenencia a algo a lo que los porteños no se sienten ligados. Así mismo El Puerto aparece en numerosos mapas y hasta hace no mucho se podría leer en un indicador luminoso de la N-340 a su paso por Sagunto (hoy avenida País Valencia); es mas, a la entrada de la localidad porteña por la antigua comarcal de Sagunto a El Puerto -durante mucho años y antes del actual periodo democrático- también aparecía una señal de tráfico con el nombre de EL Puerto que indicaba la entrada a localidad, justo en frente del barrio del Congo. Y es que el uso del topónimo El Puerto hace ya mucho tiempo que constituye una norma social ajustada a la conducta cotidiana de la sociedad porteña y la de su entorno. Negar lo contrario es negar la realidad.

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