La divulgación del coste del control del picudo rojo de las palmeras (Rhychophorus ferrugineus) por parte de la concejala de Medio Ambiente, Leonor Murciano, suena a justificación política. Trata de remarcar el «elevado coste» de la campaña de control, pero no menciona que para optimizar recursos sin aumentar presupuesto se ha desviado parte del trabajo de jardinería en los trabajos del picudo. La campaña no sólo ha bajado en intensidad respecto a la anterior, sino que además ha obviado varios principios fundamentales para conseguir erradicar una plaga de evidente complejidad en su control.
Los trabajos los centraliza el servicio de jardinería de la SAG, imprescindibles para acometer esta tarea; sin embargo, desde Medio Ambiente no se han realizado nuevas campañas de información para la concienciación y colaboración ciudadana, piezas clave en esta lucha. Por ejemplo, esta campaña se podría haber realizado entre los vecinos de las zonas más afectadas: nuevas reuniones informativas para que entre ellos se organicen en los tratamientos preventivos en común, cosa que no se ha hecho.
Se ha dejado de lado el seguimiento a pie de calle que se realizó en 2009 —que tan buenos resultados dio— de cómo evolucionan las palmeras, tanto las ya saneadas y en fase de recuperación, como las tratadas, nuevas infecciones, etc., que permitió tener una base de datos bastante exhaustiva con el censo de las palmeras atacadas y su grado de afectación.
Tampoco ha habido contacto con los municipios vecinos (su colaboración es necesaria), igualmente perjudicados por esta plaga.
Se puede entender que el ayuntamiento se «desentienda» de las parcelas privadas cuando estos propietarios no colaboran, pero no se puede entender que se lleve a cabo una estrategia de control a medias, ya que estos bichos no conocen fronteras. Con la Ley en la mano, al vecino que no colabore habrá que cortarle la palmera para evitar que se convierta en un foco de infección. Si no cuidas lo que es tuyo, no lo tengas y no te conviertas en un problema para los demás.
También parece haberse dejado al margen el asesoramiento técnico de la Estación Phoenix de Elche, que ha sido pieza clave en el inicio y desarrollo posterior de la estrategia de lucha contra esta plaga y que además disponen —gracias al avance en sus trabajos de investigación y experimentación en campo— de nuevos avances en los métodos de lucha, como la aplicación de insecticidas inyectados en tronco (endoterapia), que abarata considerablemente los costes de mantenimiento.
Incomprensible resulta la posición de la Generalitat Valenciana, que podría solicitar la ayuda económica —tal y como ya ha hecho Baleares— que concede la Comisión Europea para la lucha contra el picudo y sin embargo está de brazos cruzados. Estas ayudas podrían luego dirigirse a los ayuntamientos que se impliquen en el control de la plaga.
Si realmente el ayuntamiento de Sagunto quiere proteger y conservar este patrimonio arbóreo, que forma parte de nuestro paisaje y que corre grave riesgo de desaparecer, se tiene que retomar el camino emprendido en enero de 2009, que tan buenos resultados dio, siendo referente a nivel mundial de lucha en la aplicación de una estrategia integrada de la lucha contra el picudo a nivel municipal.
Sergio Paz Compañ
Concejal de SP y ex delegado de Medio Ambiente