TEMPUS FUGIT – Carolina Fuertes (Concejala de IP)

 

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Nos encontramos en marzo, probablemente la mejor época del año, el mejor mes de estos 365 días que lo conforman -aunque cada cuatro sean bisiestos-. Es el mes del fuego, el mes de los petardos, de la mascletà, de la fiesta, del ‘‘agermanament’’ -más si cabe todavía-.

  Nos encontramos en un mes donde todo se transforma en colores, en sabores, en olores… donde la magia surge y se aviva porque nos une una cosa en común: las fallas, aunque bueno, mejor dos: las fallas y las ganas de fallas. Tristemente, esto ha dado un giro de 180 grados.

  En honor a la locución latina ‘‘Tempus Fugit’’ del querido poeta latino Virgilio ya en el 70 a.C, el tiempo transcurre, aunque no de la misma forma para todos. Ya ha pasado un año y nos encontramos en una situación en la que la esperanza, la luz al final del túnel es directamente proporcional al seguimiento curvilíneo. Es decir, cuando viene la ola desaparece y cuando baja vuelve a retornar.

  Y el tiempo pasa, ya nos encontramos sin celebrar dos fiestas falleras consecutivas. Y duele, sobre todo para todos aquellos que somos falleros. Duele no poder estar en la plantà, en los premios disfrutando, recogiéndolos, en el paseíllo por El Puerto, recorriendo todas y cada una de las fallas mostrando nuestro lado más humilde, más amigable, más compañerista -permítanme inventarme una palabra- donde Fallera Mayor y presidente se funden en con cada falla. Donde brota la alegría de volver a verse, con abrazos -ya casi irreconocibles, fuera de nuestro alcance-, besos. Y qué decir, sin olvidar, la vuelta a los casales, disfrutando de esos magníficos días noche tras noche en la orquesta. Viviendo, esa es la palabra.

  Recuerdos que no quedan en el olvido porque, aunque sea una época complicada, así somos. Siempre en el eterno retorno, con ganas de volver, pensando que SÍ volveremos y con más ganas que nunca y con más fuerza. Solo queda mirar al futuro y al 2022 con esperanza de que las fallas volverán, serán disfrutadas y las valoraremos más que nunca.

  Ánimo falleras y falleros. Porque volveremos, y lo haremos: más fuertes, más sabios, con muchísimas más ganas y valorando y apreciando cada uno de todos aquellos momentos que, por una vez, pensamos que eran inalcanzables.

 

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