UN TÚNEL HACIA LA ESPERANZA – Eduardo Márquez (Jóvenes Porteños)

  Varias semanas han pasado ya desde que se decretó el estado de alarma y nuestros movimientos quedaron atrapados, aprisionados con unas fuertes cadenas alrededor como si de un forajido de alguna película se tratara. Nos hemos adentrado en un túnel largo y oscuro, siniestro y desconocido… pero a lo lejos se puede percibir una diminuta luz blanca que si bien no sirve para darle luz a todo el túnel sí que sirve para llenarlo de esperanza.

 Voy a tratar de dejar a un lado el pesimismo de la oscuridad y me voy a centrar en esa luz blanca, aún queda camino por recorrer pero nuestros pensamientos pueden hacer que ese destello inicial se convierta en un faro que alumbre hasta el más recóndito espacio de ese túnel en el que nos hemos adentrado todos.

  Sacando el lado más personal, me he encontrado con semanas difíciles donde mi cabeza y mi cuerpo no éramos uno, donde solo cabía la ansiedad o el estrés, o donde el cuerpo no te pedía hacer absolutamente nada, pero ¿Cómo voy a estar nervioso si mi rutina diaria tiene un ritmo frenético? Eso me preguntaba a mí mismo, sin respuesta. De la noche a la mañana me habían quitado todo lo que yo más deseaba hacer en mí día a día: hacer deporte, ir a trabajar, pasear, estar con los amigos o ver a mi pareja.

  Entonces, cuando menos te lo esperas, aparece una especie de ángel de la guarda que te abre los ojos, pone en valor tu ser y todo cuanto te rodea y sin pedir nada a cambio te pone la mano en el hombro y te dice: caminemos juntos porque esto lo vamos a superar. Sí, fue a partir de una conversación, de aproximadamente una hora, cuando todo cambió para mí en este confinamiento, todavía no sé cómo darle las gracias a esa persona.

  La luz se hace más y más grande. Ahora, hago deporte en mi terraza, estoy activo en la medida de lo posible y aguardo pacientemente la solución de esta situación para poder volver a hacer aquello que más deseo, todo ello unido se ha convertido sin duda en un aprendizaje permanente.

  ¿Por qué un aprendizaje? Todo cuanto nos rodea llevaba un ritmo frenético debido a la globalización latente en nuestras vidas, pero este artículo no se ha escrito con la intención de hablar sobre teorías económicas o sociales, se ha escrito para hablar desde los sentimientos y desde lo más profundo de uno mismo, llámenlo alma o corazón, como ustedes quieran.

  Nos creíamos seres todopoderosos e invencibles, hasta que un maldito virus nos ha transportado al lado más mundano de nosotros mismos, y precisamente nos hemos vuelto más humanos sin poder hacer todo aquello que nos caracteriza, curiosa paradoja. Pero todo irá cambiando poco a poco, y la luz pequeña del inicio de todo este calvario será la luz de esperanza que cada uno ha puesto con su pequeño grano de arena para superar esta situación tan adversa. Esto se va a superar y podremos hacer todo aquello que más nos gusta.

  Volveremos a pasear por las calles de El Puerto, volveremos a visitar la playa, el ruido de la ciudad será nuevamente escuchado, las risas, los saludos, las visitas a la familia y, por supuesto, los besos y los abrazos.

  Tengan claro que volverán… ¿Cómo no van a volver los besos y los abrazos?

 

Eduardo Márquez

Jóvenes Porteños

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