NO A LA MUERTE DE UN PUEBLO, DEFENDÁMONOS – Manuel González (Portavoz de Iniciativa Porteña)

Fachada de la sede de Iniciativa Porteña
Fachada de la sede de Iniciativa Porteña

 

 

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Han transcurrido más de treinta años desde el cierre de la cabecera de AHM. En aquella época, la situación era bien distinta a la actual, al menos en lo referente a la sociedad obrera en la que nos movíamos la mayoría de los porteños. Existen multitud de referencias, estudios y sobretodo recuerdos de los que ahora son nuestros mayores, y también porqué no decirlo, de los que en aquel momento éramos jóvenes o adolescentes, que vivimos la situación implicándonos a nuestra manera en una lucha, calificada como ejemplar por aquellos románticos, que anhelan la recuperación de un espíritu  colectivo, que ya pasó a la historia.

   El 28 de octubre de 1982, se produce la victoria del PSOE en las elecciones generales. A pesar de las promesas previas a las elecciones de los líderes socialistas, el Gobierno lanza un decreto el 6 de julio de 1983 en el que se aprueba el desmantelamiento de la fábrica de El Puerto. Muchos porteños se sintieron muy decepcionados con quienes gobernaban. Personas muy cercanas a mí juraron que no perdonarían jamás esta traición. Más que iniciarse, se dio continuidad y se intensificó la lucha de todo un pueblo, que veía como se cerraba la principal fuente de ingresos que lo sostenía. El resto de la historia, la mayoría de ustedes ya la conocen.

   En aquel momento, había un enemigo claro hacia el que dirigir las protestas. AHM, tenía unos directivos españoles y el centro de decisión sobre el que había que presionar estaba en Madrid. El Gobierno de la Nación  podía cambiar el curso de los acontecimientos. Y contra  ese Gobierno se dirigió la acción decidida de miles de porteños, que fue seguida en todos los rincones de España, y doy fe de que en algún instante, llegamos a tener esperanzas de ganar la guerra. Aún así, la realidad es que fue una lucha de David contra Goliat y finalmente tras acuerdo con los trabajadores el cierre de la factoría se produjo en octubre de 1984.

   Con la lucha, no se evitó el cierre de la fábrica, pero al menos se arrancó un acuerdo que contenía miles de prejubilaciones y el compromiso de creación de 2100 puestos de trabajo hasta el año 1987. Esto permitió, con las facilidades dadas, la implantación de diversas empresas en el polígono SEPES, destacando plantas como la de Pilkinton, Bosal, Tumesa, Hierros de Levante, etc. En definitiva, se dio una solución menos traumática que supuso un cambio definitivo en la manera de afrontar los conflictos laborales que se han producido en nuestro pueblo con posterioridad.

   El Puerto sigue teniendo una vocación eminentemente industrial, pero a diferencia de aquella época, los lugares de trabajo están fraccionados en diferentes empresas. Esto provoca inequívocamente que los conflictos que se van produciendo, quedan minimizados ante la inacción de la mayoría de la sociedad, con lo que la resolución de los mismos, al final está en manos de una decisión judicial. Dicho de otra manera, no hay fuerza para conseguir la implicación política necesaria para cambiar el curso de los acontecimientos. Y así poco a poco, se está produciendo la desindustrialización de nuestra Comarca, que de no solucionarse, puede llevarnos directamente al desastre.

   Hemos visto como se ha cerrado GALMED. Con alevosía y sin el mínimo de respeto, ahora está ocurriendo lo mismo con BOSAL. Está en concurso de acreedores Thyssen- Ros. En AGC, es necesaria la reparación integral de su Horno, o tendrá en breve graves dificultades. Los trabajadores de Tumesa, ven con incertidumbre su futuro. En ARCELOR, nos hablan de una reducción de 110 puestos de trabajo. Probablemente me dejo algún otro caso en el tintero, pero esto nos da una idea de que la destrucción de puestos de trabajo de calidad en nuestro pueblo, puede alcanzar cotas de una gravedad extrema.

   Sin embargo, a diferencia de lo ocurrido hace treinta años, el desgaste colectivo se produce en diferentes frentes de batalla, que parecen no tener nada en común. Con las decisiones tomadas en aquel entonces, han conseguido dividir a los trabajadores que no perciben como propia, la lucha en otras factorías. Por lo tanto, si nadie plantea cada una de estas batallas, como algo que nos afecta a todos, grupos de trabajadores como el de GALMED o ahora los de BOSAL, difícilmente conseguirán la relevancia para presionar con la fuerza necesaria. Es cierto, que en la actualidad quienes defienden los derechos de los trabajadores, se han aburguesado, pero son precisamente los agentes sociales, los que tienen la posibilidad de extender como un reguero de pólvora cada uno de los conflictos que se están abriendo, haciendo partícipes a los trabajadores de diferentes plantas.

   Podemos caer en error de pensar  que difícilmente se puede presionar sobre quienes toman las decisiones sobre el futuro de cada una de nuestras empresas, por el mero hecho de que son directivos de multinacionales afincadas en otros países. El propietario de Arcelor Mittal es Anglo –Indio; los de Pilkinton, ingleses; los de AGC, japoneses; los de BOSAL, belgas; los de Galmed, alemanes…Nuestros patronos no son españoles, y  cuentan con monopolios que les permiten desplazar las producciones de unas plantas a otras y provocar el ahogo de aquellos centros que pretenden cerrar. Ahora no valen empresas que son rentables al 75% de la producción, sino que es necesario ir al 150% y si es posible con menor número de trabajadores. Estas son las reglas del juego que nos están imponiendo.

  Pero hay una cuestión clara: si ellos están aplicando esas reglas, es porque el gobierno de España, con sus decretos y modificaciones de leyes, ha permitido que estas multinacionales puedan romper toda resistencia amparadas en la legalidad y con ello,  campan a sus anchas. Por lo tanto, existe una forma de presionar, pues esto es como el juego del billar americano, en el que en ocasiones, hay que provocar una carambola para conseguir nuestro objetivo. Si señor, las leyes las hacen y las deshacen los hombres. Situaciones como la de BOSAL, solo pueden cambiarse con la intervención decidida del Gobierno, que no debe permitir situaciones vergonzosas como la del administrador de la empresa belga, que se está riendo en nuestra cara y pretende irse de rositas.

   Todo el apoyo de Iniciativa Porteña a los compañeros de BOSAL. En mi caso particular, espero poder acompañarlos en sus reivindicaciones allá donde ellos lo requieran. Me gustaría que todos los trabajadores del Camp de Morvedre pudieran de alguna manera recoger este mensaje, y hacerlo propio, pues es necesario que les trasmitamos a las familias que viven de esa empresa, que no van a caminar solos… BOSAL SOMOS TODOS.

 

Manuel González Sánchez

Portavoz del Grupo Político Iniciativa Porteña

Simpatizantes de IP junto a Manuel González
Simpatizantes de IP junto a Manuel González en la marcha a pie a Valencia contra el cierre de Bosal
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