Os traemos hasta nuestro blog una curiosa noticia aparecida hoy en el diario Levante. En ella se narra como Emperador alcanzó su autonomía como pueblo.
La destilería que se convirtió en el pueblo de Emperador
Emperador fue el sueño de un empresario de aguardientes que pleiteó durante el siglo XVIII para convertir en señorío su fábrica de Museros, una ermita y las 15 casas de sus empleados
El alcalde Alberto Bayarri toca las hojas amarillentas con naturalidad, como si se hubieran escrito ayer y no en 1778. Las mira con orgullo, sabiendo que en esas letras está el origen de su pueblo. «A los que hace poco han venido a vivir a Emperador les da un poco igual (la población ha crecido un tercio en apenas dos años), pero los que son de aquí de toda la vida vienen y me dicen si se lo puedo enseñar o me piden una copia para tenerlo en casa».
Jurisdicción Alfonsina concedida a Don Agustín Emperador Gil para el Lugar Nuevo de Emperador es a este pequeño municipio de l´Horta Nord„el más pequeño de España, según el anuario «Datos económicos y sociales de las unidades territoriales de España»„, lo que podría ser el Llibre del Repartiment para la Comunitat Valenciana. Es el libro fundacional, el origen de un pueblo y de su singular historia, que el ayuntamiento ha recuperado después de que las familias lo hayan ido guardando, y conservado más bien que mal, durante siglos.
El libro empieza como una gran saga épica: «Don Carlos por la Gracia de Dios Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las Dos Sicilias, de Jerusalem…». Quien escribe esto es Carlos III y se dirige al «lugar de Museros» para anunciarle que, en uso de la Jurisdicción Alfonsina, le concede a un fabricante de aguardiente de Valencia el señorío de sus tierras, con quince casas, una ermita y una venta, así como el derecho a nombrar alcaldes y regidores.
Quince casas, un señorío
Esta Jurisdicción Alfonsina a la que se acogió Agustín Emperador para convertir su destilería en un pueblo la rubricó Alfonso IV de Aragón en 1329. El privilegio se conseguía si se fundaba o poseía un lugar con al menos quince hogares de cristianos viejos, reduciéndose el mínimo para vecindario musulmán a tan sólo tres fuegos. Por esta vía, multitud de alquerías y aldeas mudéjares se transformaron en señoríos.
Ya lejos de cualquier épica, los legajos dan buena cuenta de toda la burocracia por la que pasó el fabricante de licores. También aparecen los quince colonos que le acompañaron, seguramente trabajadores de su fábrica a los que dio casa y huertos junto a su vivienda señorial, de la que hoy no queda nada. Y, por último, el libro recoge los papeles notariales de cómo las posesiones del aristócrata, que no tuvo hijos y que falleció dos meses después de ser señor de Emperador, pasaron a su hermana y a los pobladores, incluidas la fábrica y posada, hoy también desaparecidas.
La fecha del último documento es diciembre de 1804 y, desde entonces no se sabe cómo ni por qué, el conjunto se conservó hasta aparecer hace unos años en una vivienda particular. «Emperador es un pueblo pequeño, somos pocas familias y siempre alguien ha tenido algún familiar en el ayuntamiento „razona el alcalde„. Los papeles han ido pasando de casa en casa, unos tenían unos documentos y otros, otros». Una vecina impulsó su recuperación, proponiendo a su poseedora que los donara al ayuntamiento, y a éste que garantizara su buen estado. Al consistorio llegó una carpeta con aquellos papeles del siglo XVIII y XIX, y otros de las décadas 40 y 50 del siglo XX en los que un grupo de vecinos de Museros, que vivían al otro lado de la carretera de Barcelona, pedían su anexión a Emperador, lo cual fue rechazado por las autoridades. Una subvención de 3.000 euros de la diputación para encuadernar los documentos y comprar una vitrina, hizo el resto. El libro fundacional de Emperador volvía al pueblo.
Museros se anexionó Emperador en 1978 y lo volvió a perder en 1985
Los 0,0306 kilómetros cuadrados que mide Emperador son los que en 1778 ocupaban su palacio, la fábrica de aguardiente, la ermita, la venta y las quince casas. Todo el pueblo está rodeado por el término de Museros, al que no le sentó nada bien quedarse sin esta porción de terreno. Quizá por ello, en 1978 el consistorio «muserenc» pidió al Consejo de Ministros solicitó de nuevo la anexión de sus vecinos alegando que estos no podían valerse por sí mismos como pueblo. La operación se hizo a espaldas de Emperador y sus habitantes apenas reaccionaron con una carta que no sirvió para nada. Ya convertidos de nuevo en pedanía, uno de sus habitantes, Francisco Gimeno, se convirtió en concejal del PSOE de Museros y desde allí maniobró para recuperar la independencia, la cual logró en 1985 y él fue nombrado primer alcalde democrático de la pequeña localidad. v. c. m. emperador
